Aunque todos queráis sentiros bien, como veis tantas formas de
actuar que no os gustan, es fácil llegar a la conclusión de que para
que os sintáis bien tenéis que influir en la conducta de los demás o
intentar controlarla. Pero en vuestro intento de controlarla (a través de la influencia o la coacción), descubrís que no sólo no podéis
hacerlo, sino que la atención que les prestáis trae más personas similares a vuestra experiencia. Vuestra sociedad actual está librando una dura batalla contra las drogas ilegales, contra la pobreza,
contra la delincuencia, contra los embarazos en la adolescencia,
contra el cáncer, contra el sida, contra el terrorismo... y todas esas
cosas no hacen más que aumentar. Simplemente, no podéis llegar
a donde pretendéis controlando o eliminando lo que no deseáis.
¿Y quién de vosotros es el que ha de decidir qué forma de vida es la «correcta»? ¿Es el grupo más grande el que está en posesión de ese «conocimiento», o es el que tiene mayor capacidad de destrucción de sus adversarios? ¿Tienen los pobres la respuesta? ¿La tienen los ricos? ¿Qué religión es la «verdadera»? ¿Qué forma de vida es la «correcta»? ¿Está bien tener hijos? ¿Cuál es el número adecuado? ¿Y si una mujer tiene hijos, es apropiado que piense en otras cosas? ¿Puede tener una carrera, o está obligada a no pensar en nada más que en sus hijos? ¿Cómo debería un hombre tratar a su esposa? ¿Cuántas mujeres debería tener?
La premisa falsa de «La forma de vida de mi grupo es la única correcta, por lo tanto hay que eliminar todas las demás, porque cuando veo lo que no me gusta me siento mal» es la causa de la mayor parte de la infelicidad en vuestro planeta. No sólo sufren los que son rechazados, sino también los que los rechazan. De hecho, los más infelices y menos realizados son los que rechazan a otros, porque con ello están obstaculizando su relación más importante de todas: la relación entre su yo y su Yo.
¡La diversidad no sólo es el pilar de tu fuerza y de tu expansión, sino de tu propia existencia, porque sin expansión no hay existencia. ! (El Vórtice - Abraham-Hicks)
¿Y quién de vosotros es el que ha de decidir qué forma de vida es la «correcta»? ¿Es el grupo más grande el que está en posesión de ese «conocimiento», o es el que tiene mayor capacidad de destrucción de sus adversarios? ¿Tienen los pobres la respuesta? ¿La tienen los ricos? ¿Qué religión es la «verdadera»? ¿Qué forma de vida es la «correcta»? ¿Está bien tener hijos? ¿Cuál es el número adecuado? ¿Y si una mujer tiene hijos, es apropiado que piense en otras cosas? ¿Puede tener una carrera, o está obligada a no pensar en nada más que en sus hijos? ¿Cómo debería un hombre tratar a su esposa? ¿Cuántas mujeres debería tener?
La premisa falsa de «La forma de vida de mi grupo es la única correcta, por lo tanto hay que eliminar todas las demás, porque cuando veo lo que no me gusta me siento mal» es la causa de la mayor parte de la infelicidad en vuestro planeta. No sólo sufren los que son rechazados, sino también los que los rechazan. De hecho, los más infelices y menos realizados son los que rechazan a otros, porque con ello están obstaculizando su relación más importante de todas: la relación entre su yo y su Yo.
¡La diversidad no sólo es el pilar de tu fuerza y de tu expansión, sino de tu propia existencia, porque sin expansión no hay existencia. ! (El Vórtice - Abraham-Hicks)
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