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El desapego según Chopra

Ya he escrito sobre este tema, que me parece uno de los más importantes para conseguir lo que deseamos. Es evidente que si estamos esperando los resultados, esto implica carencia, necesidad. Estamos en una situación que no nos gusta y que no aceptamos y Necesitamos... Muy mal. Tenemos que actúar, tenemos que pensar como si todo lo que deamos ya estuviera aquí... De hecho ya está aquí pero aún no se ha materializado. Estoy totalmente convencida de ello. Si estás convencido, si tienes Fé, entonces ya no esperas ningún resultado porqué sabes que lo que deseas ya ÉS y estás contento con tu presente que, és lo único que tienes.
Aquí os dejo un pensamiento de Deepack Chopra sobre este tema :
La Ley del Desapego
Esta ley dice que para obtener cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo. No renunciamos a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado.
Es grande el poder que se deriva de ésto. Tan pronto como renunciamos al interés por el resultado, combinando al mismo tiempo la intención concentrada y el desapego, conseguimos lo que deseamos.
Podemos obtener cualquier cosa que deseemos a través del desapego, porque éste se basa en la confianza incuestionable en el poder del verdadero yo.
El apego, en cambio, se basa en el temor, la inseguridad y la necesidad de sentir seguridad, emana del desconocimiento del verdadero yo.
La fuente de la abundancia, de la riqueza o de cualquier cosa en el mundo físico, es el yo; es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad. Todo lo demás es un símbolo. Los símbolos son transitorios; llegan y se van. Perseguir símbolos es como contentarse con el mapa en lugar del territorio.
Es algo que produce ansiedad y acaba por hacernos sentir vacíos y huecos por dentro, porque cambiamos el yo por los símbolos del yo.
El apego es producto de la conciencia de la pobreza, porque se interesa siempre por los símbolos. El desapego es sinónimo de la conciencia de la riqueza, porque con él viene la libertad para crear. Sólo a partir de un compromiso desprendido, podemos tener alegría y felicidad.
Entonces, los símbolos de la riqueza aparecen espontáneamente y sin esfuerzo. Sin desapego somos prisioneros del desamparo, la desesperanza, las necesidades mundanas, los intereses triviales, la desesperación silenciosa y la gravedad, características distintivas de una existencia mediocre y una conciencia de la pobreza.
La verdadera conciencia de la riqueza es la capacidad de tener todo lo que deseamos, cada vez que lo deseamos, y con un mínimo de esfuerzo. Para afianzarnos en esta experiencia es necesario afianzarnos en la sabiduría de la incertidumbre. En la incertidumbre encontraremos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos.
La gente busca constantemente seguridad, pero con el tiempo descubriremos que esa búsqueda es en realidad algo muy efímero. Hasta el apego al dinero es una señal de inseguridad.
Quienes buscan la seguridad, la persiguen durante toda la vida sin encontrarla jamás. La seguridad es evasiva y efímera porque no puede depender exclusivamente del dinero. El apego al dinero siempre creará inseguridad, no importa cuánto dinero se tenga en el banco. De hecho, algunas de las personas que más dinero tienen son las más inseguras.
La búsqueda de la seguridad es una ilusión. Según las antiguas tradiciones de sabiduría, la solución de todo este dilema reside en la sabiduría de la inseguridad o la sabiduría de la incertidumbre. Esto significa que la búsqueda de seguridad y de certeza es en realidad un apego a lo conocido.
¿Y qué es lo conocido? Lo conocido es el pasado. Lo conocido no es otra cosa que la prisión del condicionamiento anterior. Allí no hay evolución, absolutamente ninguna evolución. Y cuando no hay evolución, sobrevienen el estancamiento, el desorden, el caos y la decadencia.
La incertidumbre, por otra parte, es el suelo fértil de la creatividad pura y de la libertad. La incertidumbre es penetrar en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre fresco, siempre nuevo, siempre abierto a la creación de nuevas manifestaciones.
Sin la incertidumbre y sin lo desconocido, la vida es sólo una vil repetición de recuerdos gastados. Nos convertimos en víctimas del pasado, y nuestro torturador de hoy es el yo que ha quedado de ayer.
Renunciemos a nuestro apego a lo conocido y adentrémonos en lo desconocido, así entraremos en el campo de todas las posibilidades. La sabiduría de la incertidumbre jugará un importante papel en nuestro deseo de entrar en lo desconocido.
Esto significa que en cada momento de nuestra vida habrá emoción, aventura, misterio; que experimentaremos la alegría de vivir: la magia, la celebración, el júbilo y el regocijo de nuestro propio espíritu.
Cada día podemos buscar la emoción de lo que puede ocurrir en el campo de todas las posibilidades. Si nos sentimos inseguros, estamos en el camino correcto, no nos demos por vencidos.
En realidad no necesitamos tener una idea rígida y completa de lo que haremos la semana próxima o el año próximo, porque si tenemos una idea clara de lo que ha de suceder y nos aferramos rígidamente a ella, dejaremos por fuera un enorme abanico de posibilidades.
Una de las características del campo de todas las posibilidades es la correlación infinita. Este campo puede orquestar una infinidad de sucesos espacio-temporales con el fin de producir el resultado esperado.
Pero cuando hay apego, la intención queda atrapada en una forma de pensar rígida y se pierden la fluidez, la creatividad y la espontaneidad inherentes al campo de todas las posibilidades.
Cuando nos apegamos a algo, congelamos nuestro deseo, lo alejamos de esa fluidez y esa flexibilidad infinitas y lo encerramos dentro de un rígido marco que obstaculiza el proceso total de la creación.
Esta ley no obstaculiza la fijación de metas. Siempre tenemos la intención de avanzar en una determinada dirección, siempre tenemos una meta. Sin embargo, entre el punto A y el punto B hay un número infinito de posibilidades, y si la incertidumbre está presente, podremos cambiar de dirección en cualquier momento si encontramos un ideal superior o algo más emocionante.
Al mismo tiempo, será menos probable que forcemos las soluciones de los problemas, lo cual hará posible que nos mantengamos atentos a las oportunidades.
La ley del desapego acelera el proceso total de la evolución. Cuando entendemos esta ley, no nos sentimos obligados a forzar las soluciones de los problemas. Cuando forzamos las soluciones, solamente creamos nuevos problemas.
Pero si fijamos nuestra atención en la incertidumbre y la observamos mientras esperamos ansiosamente a que la solución surja de entre el caos y la confusión, entonces surgirá algo fabuloso y emocionante.
Cuando este estado de vigilancia, nuestra preparación en el presente, en el campo de la incertidumbre, se suma a nuestra meta y a nuestra intención, nos permite aprovechar la oportunidad. ¿Qué es la oportunidad? Es lo que está contenido en cada problema de la vida.
Cada problema que se nos presenta en la vida es la semilla de una oportunidad para algún gran beneficio. Una vez que tengamos esta percepción, nos abriremos a toda una gama de posibilidades, lo cual mantendrá vivos el misterio, el asombro, la emoción y la aventura. Podremos ver cada problema de la vida como la oportunidad de algún gran beneficio. Habiéndonos afianzado en la sabiduría de la incertidumbre, podremos permanecer alerta a las oportunidades. Y, cuando nuestro estado de preparación se encuentre con la oportunidad, la solución aparecerá espontáneamente.
Lo que resulta de esto es lo que denominamos comúnmente «buena suerte». La buena suerte no es otra cosa que la unión del estado de preparación con la oportunidad.
Cuando los dos se mezclan con una vigilancia atenta del caos, surge una solución que trae beneficio y evolución para nosotros y para todos los que nos rodean. Ésta es la receta perfecta para el éxito, y se basa en la ley del desapego.

Comentarios

  1. Todo deseo inevitablemente nos conduce al apego, a la expectativa. El hecho mismo de desear, ya nos fuerza a esperar la llegada del objeto de nuestro deseo. Hablar de deseo y desapego es un oxímoron.

    Primero habría que preguntarse de dónde proceden esos deseos.

    En estos últimos años, muchos maestros o gurus de “la ley de atracción”, han dado pie a una terrible confusión: han confundido materialismo con espiritualidad, cuando ambos conceptos se excluyen mutuamente por ser opuestos.

    Todo deseo material, me refiero al mundo físico (eso incluye la salud o una relación de pareja), procede del ego, de una falsa apreciación de que no estamos completos, a la idea de que tal o cual cosa nos ayudaría en esa completitud. Y mientras continuemos identificándonos con el mundo del ego, nada va a cambiar en nuestra mente. Mientras continuamos buscando la respuesta a los “problemas” en el mundo físico (el cuerpo es parte de ese mundo), el ego se frota las manos, pues sabe que las respuestas NO se encuentran ahí.

    La afirmación “tenemos que pensar como si todo lo que deseamos ya estuviera aquí... de hecho ya está aquí pero aún no se ha materializado”, es una tremenda confusión de niveles. El cuerpo JAMÁS podrá tenerlo todo, puesto que su propia naturaleza es LIMITADA… la muerte es una buena prueba de ello.

    TODOS los deseos proceden del ego… el espíritu no entiende de nada de eso. EL ESPÍRITU YA LO TIENE TODO… ese es “el poder del verdadero yo”. Para alcanzar ese poder, debemos dejar de identificarnos y dar valor a las cosas de este mundo, QUE NO ES EN ABSOLUTO EL HOGAR DEL ESPÍRITU.

    El espíritu no necesita, ni ansía ni desea una casa más grande, ni un trabajo mejor, ni una pareja… QUIEN CONOCE SU VERDADERA IDENTIDAD, ESTÁ LIBRE DE DESEOS. En la paz, la felicidad y el amor en los que fuimos creados, todas las cosas de este mundo carecen de valor.

    Perseguir metas mundanas (lo que Chopra denomina “símbolos”) nos hace perder el tiempo, nos aleja de nuestra verdadera identidad (espíritu) y pone de manifiesto una absoluta falta de fe en que las cosas están bien tal como están.

    Saludos de nuevo,
    Toñi

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  2. Todo deseo inevitablemente nos conduce al apego, a la expectativa. El hecho mismo de desear, ya nos fuerza a esperar la llegada del objeto de nuestro deseo. Hablar de deseo y desapego es un oxímoron.

    Primero habría que preguntarse de dónde proceden esos deseos.

    En estos últimos años, muchos maestros o gurus de “la ley de atracción”, han dado pie a una terrible confusión: han confundido materialismo con espiritualidad, cuando ambos conceptos se excluyen mutuamente por ser opuestos.

    Todo deseo material, me refiero al mundo físico (eso incluye la salud o una relación de pareja), procede del ego, de una falsa apreciación de que no estamos completos, a la idea de que tal o cual cosa nos ayudaría en esa completitud. Y mientras continuemos identificándonos con el mundo del ego, nada va a cambiar en nuestra mente. Mientras continuamos buscando la respuesta a los “problemas” en el mundo físico (el cuerpo es parte de ese mundo), el ego se frota las manos, pues sabe que las respuestas NO se encuentran ahí.

    La afirmación “tenemos que pensar como si todo lo que deseamos ya estuviera aquí... de hecho ya está aquí pero aún no se ha materializado”, es una tremenda confusión de niveles. El cuerpo JAMÁS podrá tenerlo todo, puesto que su propia naturaleza es LIMITADA… la muerte es una buena prueba de ello.

    TODOS los deseos proceden del ego… el espíritu no entiende de nada de eso. EL ESPÍRITU YA LO TIENE TODO… ese es “el poder del verdadero yo”. Para alcanzar ese poder, debemos dejar de identificarnos y dar valor a las cosas de este mundo, QUE NO ES EN ABSOLUTO EL HOGAR DEL ESPÍRITU.

    El espíritu no necesita, ni ansía ni desea una casa más grande, ni un trabajo mejor, ni una pareja… QUIEN CONOCE SU VERDADERA IDENTIDAD, ESTÁ LIBRE DE DESEOS. En la paz, la felicidad y el amor en los que fuimos creados, todas las cosas de este mundo carecen de valor.

    Perseguir metas mundanas (lo que Chopra denomina “símbolos”) nos hace perder el tiempo, nos aleja de nuestra verdadera identidad (espíritu) y pone de manifiesto una absoluta falta de fe en que las cosas están bien tal como están.

    Saludos de nuevo,
    Toñi

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